
Experiencia antes que sabor: el nuevo enfoque gastronómico de la generación Z
Entre las generaciones más jóvenes, especialmente el segmento de 18 a 25 años, el acto de comer fuera ha dejado de ser únicamente una necesidad o un espacio de convivencia: se ha transformado en una experiencia.
En este rango de edad, la elección del restaurante no se basa solo en el sabor o el precio, sino en el tipo de vivencia que el lugar ofrece. Los jóvenes buscan conceptos innovadores, temáticos o inmersivos que conviertan la salida a comer en un momento memorable y digno de compartir.
Restaurantes con temáticas como Hello Kitty o Polly Pocket, espacios que recrean universos nostálgicos o de cultura pop, y propuestas interactivas como Dining in the Dark de Jabalina o los locales japoneses donde el chef prepara la comida frente al comensal, son ejemplos claros de esta tendencia. Estos lugares no solo ofrecen alimentos, sino también un entorno sensorial y visual que estimula la curiosidad y el deseo de socializar.
Este cambio responde a un patrón más amplio de consumo en el que las experiencias se valoran tanto como —o incluso más que— los productos. La generación Z prioriza la originalidad, la interacción y el factor “compartible” en redes, lo que ha llevado a muchos restaurantes a adaptar su oferta hacia lo estético, lo participativo y lo emocional. En este contexto, la comida se convierte en parte de un ritual social más amplio: el de vivir y documentar momentos significativos con amigos.
























































































































































